POLICIA AL SERVICIO DEL ESTADO Y POLICÍA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

POLICIA AL SERVICIO DEL ESTADO Y POLICÍA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

INTRODUCCIÓN
Fortalecer las relaciones con su preceptiva que es la Comunidad, es un tema central, al cual nos dedicaremos muy especialmente. Por ello, a tenerse en cuenta algunos aspectos, que representan las bases de la Policía al Servicio del Estado y al Servicio de la Comunidad, una propuesta y práctica necesarias, que en términos generales no son nuevas, sino olvidadas y/o aisladas a un segundo plano. Pero la Policía, para no quedar fuera de contexto, aislada y fracasar; debe accionar en el marco de toda una Gestión Comunitaria en Seguridad, que implica la integración de su personal como la disposición de sus medios, en los programas de trabajo con participación de la Comunidad y tendientes a la reducción de la inseguridad social de la población, fundamentalmente aquélla en especial y delicada situación de riesgo. Esto es muy importante para el cumplimiento eficaz y eficiente de su misión, pues le brindará una progresiva asociación con el grupo socio-comunitario de pertenencia que le da origen, legalidad y apoyo.  


DESARROLLO

Las relaciones con la comunidad es una de las principales funciones que la policía debe llevar a cabo para la prevención del delito y la protección ciudadana. Por ello estarán convenientemente programadas y formando parte importante de la planificación general de cada agencia policial.       La Policía debe abandonar su tradicional aislamiento y abrirse a la Comunidad, desde una modificación edilicia de sus bases operativas, transformándolas en dependencias más receptivas a la concurrencia de los vecinos y no exclusivamente para la entrada y salida de delincuentes, hasta una fluida vida de relación entre los vecinos y sus funcionarios.

Y esto se logra, caminando por los barrios, conversando con la gente, conocerla y demostrarle que una de las formas de prevención del delito es también reconocerse como parte, y estar para velar por ella. Los titulares de estas dependencias, responsables de la protección ciudadana, se apoyarán en las diferentes entidades, asociaciones, clubes, etc., de cada barrio, llegando inclusive a considerar la posibilidad o necesidad de fijar periódicamente su despacho en las mismas para escuchar y receptar las inquietudes y opiniones de vecinos, respecto al accionar policial como para la ejecución de medidas. En su condición de operador de contacto y referencial, la Policía, representada por sus funcionarios que cumplen servicios en las diferentes dependencias, participará inexcusablemente de las actividades escolares, sanitarias y/o vecinos en general como parte misma e importante de su función policial cotidiana. Recíprocamente, tiene necesariamente que compartir y hacer conocer algunos aspectos de su vida y labor institucional con los escolares; autoridades de educación, de la salud, de las organizaciones no gubernamentales como de los vecinos en general, mediante reuniones regulares de carácter social. De esta manera, se irá construyendo el despliegue policial barrial que ya no será de diseño policial exclusivo sino producto de la interacción con los vecinos e instituciones intermedias, permitiendo la puesta en marcha de un modelo diferente de prevención, en función de cada área, flexible y defendible. Entonces, los vecinos, a través de sus distintas asociaciones barriales o profesionales, además de comprobar el fácil acceso a la Policía, se constituirán en sus potenciales unidades de asesoramiento con lo cual, fortalecerán también su confianza. Recuerdo que en el 2010, un colega de Policía me solicita al menos un ejemplo de cómo llevar a la práctica la tan aparentemente teórica relación Policía-Comunidad. La respuesta fue inmediata y le dije entre otras alternativas:





1) Se puede comenzar con la elección de una escuela primaria del área de responsabilidad; tomando contacto con su autoridad y para su próximo festejo escolar, enviar la bandera con el abanderado y la escolta de la dependencia policial a los actos que correspondan;

2) Se selecciona personal de la dependencia para que periódicamente tome contacto en aula con los alumnos de la escuela y en conjunto conversen sobre temas de seguridad;

3) Nada impide que al menos una vez por semana o mes, o periódicamente, el titular de la dependencia policial constituya despacho en diferentes sociedades de fomento de su ámbito de responsabilidad para atender a la gente y resolver desde el mismo terreno o al menos contener, los problemas que se le planteen y/o la realización de varios trámites con el propósito de evitar su concurrencia a la dependencia policial;

4) Indicarle al personal policial que en oportunidad de patrullar los barrios, se detengan con frecuencia a conversar con la gente y responder sus preguntas.;

5) Concientizarse que el lugar del funcionario policial es preponderantemente en la vía pública y en permanente contacto con la comunidad y no en los despachos u oficinas de las dependencias policiales.

Cada dependencia policial conocerá su real Perfil del Policía Típico, elaborado profesionalmente y que en la mayoría de los casos no se ajusta a las necesidades comunitarias ni a las institucionales pero que es remediable. A partir de lo señalado, la interacción con los vecinos dará pautas de orientación que permitirá convertir ese perfil real, en el ideal para que los funcionarios policiales sean verdaderamente personas situadas, es decir, quienes están compenetradas con el espíritu comunitario, brindándoles una eficaz y eficiente protección a la vez que colaborando en su desarrollo y progreso. Tradicionalmente ha imperado un perfil policial, que nos muestra a un funcionario recio y duro como osadamente agresivo; claro, tiene que responder al modelo hegemónico, donde el ciudadano común, o es delincuente o puede serlo con lo cual le permitirá actuar en un espectro de permanente desconfianza (que por supuesto; fue, es y será recíproca); pero en realidad necesitamos y pretendemos que nuestro agente policial, sea una persona de notable sensibilidad y receptiva, para actuar fácil y convenientemente en un tejido social, donde la población en general puede ser víctima del delito, o si lo es, responder con suficiente capacidad de contención para reconfortarla. Muchos barrios en el Ecuador, se han organizado en torno a su necesidad de seguridad integral y ante la persistente conducta delictual y la desidia oficial, en particular, la policial. Aunque no sea novedosa, la constitución de foros, asambleas o consejos barriales, orientados a la seguridad y conformados a nivel ciudad, es sin lugar a duda una medida necesaria que el Estado debe fomentar pero sin desgastar, como instrumento independiente y de apoyo a la gestión legislativa, a la vez que permite el conocimiento de la realidad criminológica y de las posibilidades del sistema policial. Muchas experiencias de esta clase, no tuvieron éxito pues manifestaron un componente ideológico muy fuerte y emparentado con las fuerzas políticas locales de cada país, tanto del oficialismo como de la oposición que desvirtuaron su cometido pues se dedicaron a lograr espacios de poder, llevándolas al fracaso. Ahora bien, debe tenerse también en cuenta, que nada impide, mediante un pensamiento analógico, la constitución de foros de asistencia a la gestión gubernamental con compromiso en diferentes áreas de interés de la sociedad, como foros de salud, foros de educación, foros de trabajo, foros de acción social, etc. Cuando la gente se agrupa alrededor de un tema de interés, mediante un foro, asamblea o consejo por ejemplo, es fundamentalmente porque no tiene respuesta oficial que la satisfaga acerca del mismo, y consecuentemente, existe algún sector del Estado que no está funcionando como debiera. Esto quiere decir, que el ciudadano no está recibiendo respuestas ni representado convenientemente por quienes integran los cuerpos Legislativos de nivel local, provincial, cantonal o nacional; por lo cual, amerita un compromiso oficial de seriedad donde no cabe la mentira o el juego con la comunidad, a la vez que cumplirse con las pautas que ésta fije, a través de tales consejos o foros y que éstos, no sean convertidos en la excusa estatal, ante su ineficacia de combatir el delito, de pretender que el vecino, además de llevar a cabo estos trabajos adicionales que implican el sacrificio de su descanso y tranquilidad, se haga cargo de una asignación importante de responsabilidad que no le corresponde. Entonces, los requerimientos formulados objetivamente por los vecinos como por ejemplo, en materia de personal policial, medios logísticos, etc., no deberán sufrir demoras bajo la excusa de no contarse con las partidas presupuestarias, porque en ello debió pensarse antes de haberlos convocado. Promover una convocatoria y constitución de foros o consejos comunitarios, ya sea por el tema de la seguridad o por cualquier otro, para luego no cumplirse con las exigencias y requerimientos que éstos formulen, provocará una situación por demás frustrante y de peores dimensiones que aquélla por la cual los convocará. Tampoco se propondrán y alentarán fáciles medidas salvadoras, sobre todo en períodos preelectorales como son las innecesarias creaciones de nuevas dependencias policiales, en cuyos funcionamientos se citan sentimientos e intereses comunitarios, pero que en la realidad y generalidad, no van más allá de la letra de la norma que las contempla, debido a la carencia de recursos que en el mejor de los casos, se obtienen segregándolos de otros elementos policiales. Por otra parte, estas creaciones por corresponderse con el perimido esquema de la eliminación de oportunidades por saturación de objetivos, no guardan relación con la disminución de la delincuencia con lo cual sostenemos que podrán construirse todos los elementos policiales que el presupuesto oficial y/o la ayuda comunitaria permitan; pero, si no se atacan las causas generadoras del delito, virtud a un sistema integrado de seguridad, el sentimiento de inseguridad de la población será irresistible. Muchas agencias se encuentran colapsadas en virtud de sostener un despliegue operativo estático y atomizado por la cantidad innecesaria de elementos policiales, cuando el futuro accionar policial no pasa por estos asientos fijos sino por la dinámica planificada de sus potencialidades humanas, logísticas y tecnológicas.

Ahora bien, en este esquema, es conveniente que los funcionarios policiales cumplan preponderantemente tareas de supervisión social, además de las tradicionales tareas de represión del delito; y en esto, la estética cumple un papel preponderante. El funcionario policial, en sus relaciones con la comunidad para la prevención del delito, mantiene un cotidiano contacto, que lo convierte en su referente; su presencia y porte, su manera de pararse y caminar en la vía pública, su forma de contestar preguntas o de dirigirse por señas o palabras a las personas, su uniforme en cuanto a diseño, conservación y uso como el colorido, estado y mantenimiento de sus auxiliares logísticos (vehículos patrulleros, por ejemplo); es decir, su conducta y equipo en general; son partes fundamentales de tales actividades. El funcionario policial debe ser ante todo una persona con corazón y sentir a la gente y que ésta lo sienta a él como su protector, debe ganar su confianza y dejar de ser alguien inalcanzable o misterioso de quien se tiene reservas o temor al contacto. Por ello, la organización policial resguardará celosamente, mediante una adecuada capacitación y contralor, el manejo integral de la estética y las formas de relación pública, personal e institucional, por parte de sus policías en todo momento y circunstancia del acontecer comunitario, a la vez que evitará el deterioro o mal estado, la multiplicidad y diversidad de colores tanto en los uniformes como en los auxiliares logísticos, dado que inciden negativamente en la opinión de la población, la cual construye y define la imagen personal del profesional policial como la institucional, asimismo, esta diversidad en el vestir profesional, produce algunos inconvenientes en la rapidez que los administrados tienen que poseer para la identificación de quienes son sus servidores policiales y por otra parte, se pierde el concepto de uniformidad.







CONCLUSIÓN


Las relaciones POLICIA AL SERVICIO DEL ESTADO Y POLICÍA AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD se apoyan necesariamente en las relaciones existentes entre Estado y Comunidad. En vano sería, promover y aún llevar a la práctica, políticas institucionales para mejorar la proyección comunitaria de la Policía; dentro de un espectro social deteriorado y en donde los diferentes gobiernos, impulsan y/o carecen de políticas de desarrollo o fomentan modelos de exclusión que, además de generar reclamos y conflictos, los mismos se dirimen y concluyen generalmente con la solución estatal de enfrentar en la vía pública, a la policía con su gente. Dicho esto, deben constituirse en el pilar fundamental en toda Planificación Policial y orientadas a evitar que desde ningún concepto, los vecinos ante su desesperación por estar o considerarse desprotegidos, adopten actitudes o ejecuten acciones de índole policial de impredecibles consecuencias. Estas acciones, van conformando una política criminal informal y de hecho sumamente perjudicial para el bienestar social, dentro del cual se ubica la seguridad. Una típica medida es la compra de armas de fuego, drogas, etc., por los particulares que deriva en su portación, exhibición , consumo y uso, circunstancia que debe neutralizarse severamente a la vez que generar un programa de recuperación del armamento en poder de la ciudadanía.

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