ENSAYO SOBRE COSTOS Y CONSECUENCIAS DEL DELITO Y LA VIOLENCIA
INTRODUCCIÓN
Podría comenzar citando diversas estimaciones que versas
en torno a los costos el delito. Millones de dólares que lo hogares y empresas
destinan para anticiparse a la ocurrencia de un delito. Otros tantos millones
perdidos a causa de asaltos, pago de rescates, mercancías robadas, entre otras.
Además, debemos integrar a estos costos los miles de dólares que se destinada
para que el sistema de justicia penal y de seguridad pública opere con
regularidad. Ya no pensemos en costos menos visibles como inversiones
pospuestas o efectos e largo plazo en la economía y en la sociedad. Sin embargo
para que queremos medir el costo de los delitos e inseguridad. Algunos dirán
que saber a cuánto ascienden estos costos permite dimensionar el problema. Al fin
y al cabo no es posible menoscabar un problema que en términos agregados podría
representar el 10 o el 20 % del Producto Interno Bruto anual. Otros verificaran
que sirve para comparar los costos entre países[1],
regiones y estaos. Desde mi perspectiva, el propósito de la medición de los
costos del crimen y la inseguridad deber ser el de mejorar la toma de
decisiones públicas y en menor grado de decisiones privadas.
El efecto de incapacitación que produce
el encarcelamiento no se limita a la actividad delictiva sino que en general
incluye también a la actividad productiva. Si bien en algunos casos las
personas privadas de libertad realizan actividades productivas en las prisiones,
en la mayor parte de las cárceles se cuenta con programas que promuevan la
productividad de los reclusos. De esta manera, la supresión de la actividad
delictiva consiste también en la supresión de una fuente de ingresos en la
economía. Este capítulo proporciona estimaciones de este costo que se inflige
a la sociedad en su conjunto. La metodología es simple: se atribuye a cada
persona privada de libertad el ingreso laboral promedio de una persona de su
mismo género y edad, información que se obtiene de las encuestas de empleo de
cada país[2].
En este sentido, nuestro método de estimación
asume que, de haber estado en libertad, una persona encarcelada habría generado
un ingreso equivalente al promedio para su grupo de género y edad. Existen
circunstancias en las que este supuesto puede no ser razonable, en particular,
si los privados de libertad ostentan características que los hacen distintos de
sus coetáneos del mismo género que se hallan en libertad. Algunas de estas características
pueden ser el nivel educativo o determinadas habilidades laborales que
influyen sin duda en el nivel de productividad de las personas.
DESARROLLO
Dadas las estadísticas presentadas más arriba, no es
sorprendente que la principal preocupación de la población sea el crimen, incluso
por encima del desempleo o de la situación económica de sus países. Esto es un
indicador de que los costos del crimen en la región son de gran magnitud, y que
puede haber numerosas distorsiones a la hora de abordar este problema. El
debate introductorio sobre los costos del crimen mencionaba los costos como una
consecuencia del crimen, que implica pérdidas humanas y daños materiales. Las altas
tasas de homicidio en la región, así como las tasas de otros delitos contra las
personas y la propiedad, convierten a este componente de los costos del crimen
en un elemento muy importante. No es una tarea sencilla medir de una manera
convincente y comparable. En primer lugar, tenemos que identificar que
conceptos queremos medir. En segundo lugar, hay que definir cómo medirlos. En tercer
lugar, la interpretación de las mediciones constituye el aspecto más crucial
pues podemos simplemente llegar a una cifra incomparable o que se solo una
cifra adicional en el universo de estadísticas mediáticas. Esta es una estimación conservadora que
considera solamente los costos directos del crimen usando el método contable
presentado. Este valor equivale al 53% del costo total para América Latina y el
Caribe (ALC)[3] y al 78% para el Cono Sur
(Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay). El alto costo del crimen en
Brasil puede explicarse parcialmente por sus dimensiones continentales. El país
alberga la mitad de la población de la región (49,8%); genera el 43% del PIB
regional y concentra el 39,5% de los homicidios de la región. Como porcentaje
del Cono Sur, la población brasileña corresponde al 79,2% de la subregión y
concentra el 95,1% de los homicidios.
Conclusión
Los costos económicos del delito en América Latina
efectuado por el Banco Interamericano de Desarrollo en 2013. Los estudios revisados
han abordado casos de los costos indirectos que generan la violencia y la
delincuencia, aportando evidencia significativa acerca de los efectos que ello
provoca sobre quienes la sufren o están expuestos a ambientes donde tienen lugar
con recurrencia estos hechos. Los resultados de los análisis muestran que los
costos para personas y hogares son importantes, que los efectos sobre las
oportunidades de bienestar de personas y hogares son significativos, y que
ellos tienden a concentrarse entre los grupos más vulnerables de la población, exacerbando
sus condiciones de pobreza y marginación social. Utilizando el método contable, se ha estimado
que los costos de bienestar de la delincuencia y la violencia alcanzan al menos
el 3%-3,55% con países que casi duplican el promedio regional principalmente en
Centroamérica. Esta es una estimación conservadora, ya que no incluye otros
costos directos e indirectos, tales como programas de prevención de la
violencia, gastos en salud debido a la violencia, o el impacto de la delincuencia
en otros resultados, como los precios de la propiedad. Los costos incurridos
por el gobierno y los incurridos por el sector privado parecen ser en su mayoría
similares: los costos gubernamentales oscilan, en promedio, entre 1% y un 1,5%
del PIB y las estimaciones de costos del sector privado entre un 0,8% y un 1,4%
del PIB. Sin embargo, existe una gran variación entre países. Los costos de
victimización, a pesar de ser pequeños en promedio, pueden resultar
sustanciales en los países más violentos: las estimaciones de Honduras y El
Salvador se sitúan entre el 2% y 1%, respectivamente. Un hecho interesante que
se desprende de este cuadro es que los costos privados parecen estar más
correlacionados con la victimización que el gasto público en seguridad
ciudadana. Esto sugiere que los actores privados pueden ser más flexibles a la
hora de adaptarse a los cambios en el ambiente del crimen, o que el sector
privado está expulsando las inversiones públicas para prevenir la delincuencia.
Esto implica que hay espacio para políticas más rentables lideradas por el
gobierno. Se observa que los altos costos del crimen
en América Latina son
impulsados por los elevados índices de crímenes violentos. Esto incluye
principalmente altos niveles de crimen violento, específicamente homicidios y
agresiones.
[1] Si bien en la encuesta se indaga acerca de la
cantidad de veces que el individuo ha sido objeto de un robo, se consideró solo
una vez por cada sujeto que respondía afirmativamente para evitar
sobrestimaciones.
[2] Los
cálculos se realizan sobre una base anual. Los datos de las personas privadas
de la libertad (su cantidad y sus características por edad y género) son
promedios anuales, de modo que utilizamos los ingresos laborales anuales para
cada grupo de edad y género provenientes de las encuestas de empleo.
[3] Se
consideran los siguientes 17 países de ALC: Argentina, Bahamas, Brasil,
Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Jamaica,
México, Paraguay, Perú, Trinidad & Tobago y Uruguay.
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